Las “Fake News” Como Armas del Terrorismo
Introducción a la problemática.
Hoy en día, la cantidad de información a la que tenemos acceso en el mundo abunda ampliamente. De la misma forma, abundan los medios por los cuales accedemos a ella. Sin perjuicio de lo beneficioso que resulta esto para el desarrollo de las sociedades y la celeridad que aportan los canales de comunicación; también se encuentra cada vez más explícito el riesgo de desinformación.
Esto ha sido advertido por la ONU en una de sus noticias en las que se contempla la situación de grupos terroristas que hacen uso de Redes Sociales para infundir temor. Dicho artículo expresa: “(…) Los grupos terroristas han dicho que el COVID-19 es la ira de Dios sobre Occidente. De manera similar, Al-Shabaab declaró que la enfermedad del coronavirus se transmite como “el soldado más pequeño de Dios” (…)”. Si bien el empleo de medios masivos genera preocupación, lo que aquí nos concierne es la difusión de ideas falaces o tergiversadas y el impacto que esto genera en la sociedad mundial.
Harakat ash-Shabaab al-Muyahidin, llamados “Movimiento de Jóvenes Muyahidines”. Este grupo, incluido en la “Lista consolidada del Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas” reivindica los valores del Corán, contando con lazos en Al Qaeda, por ser defensores de la yihad a ultranza, así como también el ultranacionalismo.
Al Shabab constituye un ejemplo de estos grupos terroristas que se han valido de las redes sociales como un medio para esparcir el terror, incitando a la violencia contra las misiones de paz africanas (AMISON) a todos sus seguidores, que han tenido una ardua tarea en pacificar un gobierno disgregado y que lucha con apoyo de la comunidad internacional. Por eso, el grupo se ha dedicado a difundir la noticia de que la misión es un efecto de contagios del COVID- 19, llevando tal falacia al repudio de sus seguidores, lo que le ha valido reiterados ataques contra sus bases, incluyendo su última incursión un coche bomba contra sus instalaciones.
La desinformación (o Fake News) conceptualmente hablando, consiste en aquella información falaz o errónea que es brindada y a consecuencia genera el efecto contrario en el destinatario; quien con la convicción de que se ha instruido en relación a un tema, en realidad se encuentra en un plano que supera la ignorancia. Esta situación, en asuntos de gran relevancia como lo es el COVID-19 a nivel mundial, impacta como lo ha hecho Al Shabab, en los mencionados ataques. Guy Berger, director de Políticas y Estrategias sobre Comunicación e Información de la UNESCO incluso dijo: “Cuando la desinformación se repite y amplifica, incluso por personas influyentes, existe el grave peligro de que la información basada en hechos verdaderos, termine teniendo un impacto marginal”. Es decir, no sólo en sí misma una noticia falsa es socialmente nociva, sino que en determinado volumen puede opacar hechos verdaderos, marcando un enorme retroceso en los avances comunicacionales a nivel social; desnaturalizando los medios de información, atacando su propia esencia.
Ante estas circunstancias, nuestro desafío y punto de reflexión consiste en analizar de qué forma se ataca la desinformación a esta escala. ¿Serían estos mensajes merecedores de ser censurados? ¿Bajo qué fundamento o política podría una red social hacerlo?¿Sirve la censura realmente? ¿Qué otras posibles alternativas valdrían la pena contemplar?
¿Cómo combatir un problema que se ha vuelto mundial?
Partiendo de una premisa fundamental que es la utilización de las fake news por parte de las organizaciones terroristas, los distintos organismos internacionales han armonizado sus ideas y toman una directriz clara a la hora de plantarse contra el terrorismo y su interrelación con las fake news. La Organización de las Naciones Unidas ha condenado los actos terroristas en reiteradas oportunidades, tal es el caso de la resolucion 2354/2017, donde encomienda al Comité Contra el Terrorismo que refuerce la cooperación internacional y que elabore políticas y respuestas claras a las afirmaciones de los grupos terroristas, en especial en los medios virtuales, que se han convertido en un nicho especial para sus actividades del terror. Conjuntamente, propone velar por las buenas prácticas para refutar los argumentos terroristas y exhorta a los estados miembros a ahondar esfuerzos para apoyar al Comité y para poder reprimir la dispersión de las fake news por cualquier medio.
En relación a las redes sociales, es dable destacar el caso de Twitter, red social en donde se han dado los tuits nocivos de Al Shabab, quien ha emprendido un camino claro hacia la erradicación de signos de violencia, así como también de la difusión de fake news, en especial aquellas relacionadas con el COVID: ha determinado que incumplen sus normativas y son pasibles de sanción aquellos que difundan información falsa sobre las restricciones o las medias que tomen un gobierno sobre el Coronavirus, así como también aquellos que tergiversen información sobre el riesgo de muerte o de infección del virus. Como contraespuesta, se ha determinado que las posibles sanciones son: la eliminación de los tuits hechos en infracción; etiquetar los tweets y la cuenta y, por último, bloquear y/o suspender la cuenta.
Resoluciones Posibles: un nuevo enfoque al dilema de las “Fake News”.
Si se parte en el análisis de una premisa elemental, donde la libertad de expresión es un derecho fundamental, garantizado por distintos estándares de jerarquía constitucional, nos encontraremos que hay situaciones que exceden la mera manifestación, para transformarse en un arma que produce alarma social y terror.
Pero en las distintas manifestaciones maliciosas que pueden hacer algunos grupos con el objetivo de infundir el terror, encontramos que es menester darle un nuevo enfoque y atacar desde otra perspectiva, más aún con un tema tan sensible con una pandemia que ha azotado a nivel mundial y que ha dejado millones de muertos. Un ejemplo que es destacable es el de Marruecos, quien ha establecido un Código de Prensa, que castiga a quien deliberadamente esparza información falsa en redes sociales.
Por lo que, en una época convulsionada y signada por la sobreinformación, es menester que los distintos gobiernos encaren soluciones alternativas con el objetivo de poder contrarrestar o atenuar el efecto de las fake news en la sociedad, más aún aquellas que incitan a la violencia y que tiene por objeto infundir terror en la población. A nuestro criterio, podrían plantearse dos vías alternativas: la primera, la cual ya ha sido empleada por distintos países, es la utilización de un nuevo canal masivo de comunicación, con el objetivo de contrarrestar las fake news; la segunda, es la utilización de lo que denominamos “un juicio educativo”.
Con relación a la primera, el ejemplo de Marruecos es útil para reflejar esta solución. Diversos emprendedores marroquíes han emprendido una campaña de concientización a través de redes sociales alternativas, tal como es el caso de “Tahakkak” o “Chifaa”, las cuales tienen un plafón científico y son información corroborada por especialistas en la materia. Esto nos hace advertir que la desinformación se combate con datos veraces y con una inundación abrumadora de pruebas que desvirtúen los dichos falsos. Asimismo, la provisión de canales alternativos y de medios para que los especialistas en la materia se expresen y dejen sin efecto las fake news. A modo de ejemplo, la UNESCO asociada con organizaciones como la OMS (Organización Mundial de la Salud) se encargó de difundir a través de distintos medios, la mayor cantidad posible de información sobre la salud pública, lo cual según dijo Berger; “mejora el flujo de información veraz, y garantiza que se cumpla su demanda”
Con relación a la segunda, incluye la posibilidad de darle un nuevo enfoque a las actividades terroristas en general y se puede transpolar a las fake news emitidas por tales grupos. Cuando introducimos el concepto de “Juicio educativo”, nos referimos a que las redes sociales y los motores de búsqueda pueden marcar una directriz a seguir en las conductas de sus usuarios. De esta forma, hay una serie de fake news y contenidos provenientes de las organizaciones terroristas que no deberían ser censurados, logrando que caigan en el olvido; sino que pueden ser utilizados como métodos pedagógicos y de enseñanza para las futuras generaciones como una conducta que debe ser tenida como negativa y que tiene repercusiones destructivas en la seguridad internacional. Es decir, los contenidos terroristas y las fake news deben ser etiquetados de forma peyorativa, dejando en claro su carga negativa para los integrantes del tejido social; consecuentemente marcando dos caminos posibles: uno negativo (censura) y uno positivo (educación), el cual es el que debe ser esencialmente promocionado e incitado por los nuevos medios masivos de comunicación, que son las redes sociales y los motores de búsqueda, y también por aquellos titulares de la información veraz.
BIBLIOGRAFÍA
https://news.un.org/es/story/2020/11/1484342
https://news.un.org/es/story/2020/04/1472922
Cómo Marruecos combate las noticias falsas en pandemia | DW noticias | DW | 16.04.2021
Countering Violent Extremism and Terrorist Narratives | Security Council
https://undocs.org/es/S/RES/2354(2017)
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https://www.un.org/securitycouncil/es/content/un-sc-consolidated-list
https://elpais.com/internacional/2016/06/09/actualidad/1465452586_585022.html