Intervención de la URSS en Afganistán (1979-1989): Legitimidad, conspiración y la diplomacia de las Naciones Unidas
Sumario.-
- Introducción; 2. Antecedentes; 3. Naturaleza jurídica de las Naciones Unidas: los acuerdos regionales e individuales; 4. El acuerdo soviético-afgano, y la razón de tratarse de un ordenamiento positivo; 4.1. Legitimidad derivada de las normas positivas; 5. Afganistán y los procesos de conspiración extranjera. Negociaciones y Resultados; 5.1. El papel de la Diplomacia de las Naciones Unidas.
Palabra clave: Derecho Internacional, Política Internacional, Intervención de la URSS, Carta de las Naciones Unidas, Afganistán.
- Introducción.-
Se presenta un análisis sobre la intervención de la URSS en el territorio afgano; al efecto, se exponen, los principales acontecimientos del surgimiento y desarrollo de la legitimidad de la intervención armada en el derecho internacional. El estudio se orienta a que los acuerdos internacionales sean comprendidos, no como una simple normatividad de la guerra, sino como una manera de vivir bajo los principios de justicia y el respeto del derecho internacional, permitiendo así, enfrentar situaciones atentatorios a la soberanía sin acudir a acciones que pongan en peligro al mantenimiento de la paz y la seguridad regionales. Como en el caso concreto, el ejecutivo afgano, confesadamente fundada en razón de garantizar la estabilidad de su pueblo, utilizó el acuerdo bilateral soviético-afgano que ya mantenía desde antes de la intervención. El contexto ideológico en que se llevó a cabo la intervención, no obstante impide reconocer a Estados Unidos su legitimidad calificándola como ilegitima, aunque parezca contrario a los principios de las convenciones internacionales en juicio. En ese sentido, se analizará la legitimidad de la intervención, teniendo como base el contexto internacional y el régimen político afgano-soviético, así mismo los instrumentos legales asumidos conforme al derecho internacional. De este modo, se analiza la posición de la Unión Soviética y de los Estados Unidos en la guerra y por último el impacto en la comunidad internacional; así como las decisiones de las Naciones Unidas.
Se podría decir entonces, que el debate sobre el apoyo de las naciones del Bloque Este a la intervención militar soviética en Afganistán y del Acuerdo entablado, es uno de los argumentos que propone la garantía de la legalidad internacional como un criterio determinante de la legitimidad del empleo de la coacción. Sin embargo; Estados Unidos y aliados habían desconocido tal legitimidad, oponiéndose así, a la admisibilidad de la intervención soviética. Situación que se advierte en la existencia de argumentos imprecisos por parte del bloque occidental con respecto de la legitimidad de la intervención soviética. Pues bien, esta inadecuación de conductas deberá ser aclarada en rigor de los instrumentos internacionales vigentes, así como la propia legalidad internacional que no avala intervención militar alguna fuera de ese marco (Carta, Capítulo: VII y VIII).
De ese modo, la respuesta afirmativa sobre la legitimidad de la intervención soviética dada por el derecho internacional es un argumento potencial que apoya la solidaridad soviética en caso de conspiración extranjera que se hace lo suficientemente necesario como para fundamentar la presente investigación. A esto se suma, la inevitable enemistad que mantenían las naciones del bloque Este-Oeste que luchaban por detentar el poder internacional. Allí, se nota la evidente y excesiva situación de confrontación ideológica que se vivía por entonces. Ante ese contexto, la estabilidad afgana dependía exclusivamente de la relación histórica que mantenía con su aliado la URSS al que no estaba dispuesto a renunciar.
- Antecedentes
En la evolución de la comunidad internacional en la formación de las normas jurídicas internacionales, se instituyeron instituciones jurídicas y políticas internacionales, precisamente para permitir su realización y asegurar consecuentemente la paz y la seguridad internacional. En esencia, estas legislaciones se caracterizan por el poder creado en Europa al final de la guerra de los treinta años y la guerra de los Ochenta Años. Entre España y los Países Bajos surgió un nuevo orden internacional a través de los tratados de 1648, en Westfalia por las Potencias de ese tiempo que se reconocieron recíprocamente iguales. Desde entonces, la legislación internacional ha determinado las exigencias de igualdad de derechos y obligaciones sujetas a acuerdos de voluntades soberanas. En ese sentido, los instrumentos legales pactados entonces contemplaban posibilidades de aplicar la fuerza armada en caso que la otra parte no cumpla su obligación, o si querían ampliar su poder estaba la posibilidad de tomar nuevos territorios. En este caso, según Hellfeld (2009) debía estar según disponen las cláusulas de Westfalia que eran de exclusiva atribución de Suecia y Francia para las modificaciones de las disposiciones en respuesta “… a las necesidades de seguridad de los Estados que querían impedir el surgimiento de un poderoso Imperio Alemán” (párr. 5) [3]
De modo, que la Paz de Westfalia fue producto del temperamento combinado de los líderes monarcas basados en una amplia concepción filosófica que no ha dejado de ejercer influencia en la historia de las relaciones internacionales, debido que allí surgió la inviolabilidad territorial consagrada como un principio internacional que consagra la existencia de los Estados frente a la concepción señorial; que los territorios y pueblos pertenecían a sus soberanos y nobles. Se había celebrado el primer congreso diplomático moderno y con él; el inicio del nuevo orden político en Europa central basado en el concepto de soberanía nacional.
Avanzando 353 años después -el nuevo orden internacional intentado por el presidente norteamericano George W. Bush daba por acabado un sistema de relaciones internacionales regidos por el Tratado de Westfalia de 1648, cuando Estados Unidos y los aliados[4] invadieron Afganistán el 7 de octubre de 2001 y el 20 de marzo de 2003 a Irak ante la oposición de Rusia, Francia, Bélgica, Alemania y China. Cabe resaltar que entonces en Westfalia se construyó un nuevo modelo de concepción del poder europeo en una Europa optimista que se oponía a la intervención militar en los asuntos internos de los Estados. Con posterioridad, las Naciones Unidas incorporó el principio de no intervención en asuntos internos (Carta, art. 1, inc. 4).Quedando entendido que no puede deducirse que el Tratado Internacional permita a Estado alguno violar el principio Ius cogens. Por algo Brézhnev para no caer en la misma torpeza trabajó en equipo y buscó consultar a sus colegas antes de actuar.
En ese ámbito, el imperio de la ley de la supervivencia que se limita a dictar reglas para la guerra según Westfalia; sólo involucró a soberanos, nobles, y asalariados. Proceso que duró hasta fines del siglo XIX. De acuerdo a la Revolución Francesa, son las naciones las que entienden el interés de su nación, que la soberanía es de sí misma y no del Rey, que la amistad entre las naciones debe caminar basada en el “respeto al principio de igualdad y a la libre determinación de los pueblos”; principio vigente hasta nuestros días (Carta, art. 1, inc. 2).
Ahora bien, las circunstancias vistas desde el realismo jurídico y político no eran tan fiables que digamos. Como bien decía Hobbes del estado de guerra en el sistema internacional; en él “rige la anarquía, responsable de la guerra de todos contra todos”. Este es el punto de partida de la visión realista de las relaciones internacionales que siguió Europa desde Westfalia. Sin embargo, las Guerras Napoleónicas alteraron el escenario westfaliano hasta que se aplicaron las penas a Napoleón por los aliados, aquel 20 de noviembre de 1815 trás la derrota de Napoleón en la batalla de Waterloo que trajo como consecuencia la firma del Segundo Tratado de París de 1815.
En este sentido era relevante, la legitimidad del Congreso de Viena para restablecer las fronteras de Europa y reorganizar la forma de las ideologías políticas de la monarquía absoluta que asegurasen un equilibrio de poder para evitar otra serie de guerras como las Guerras revolucionarias francesas y las Guerras Napoleónicas. En ese contexto, el zar Alejandro I de Rusia se presentó como único líder de la Cuádruple Alianza; [5] capaz de conducir el poder de la Alianza para mantener la paz y la seguridad internacional. De manera que la política internacional estaba basada en el principio de legitimidad de la intervención de una nación y si se contraviniera los principios del absolutismo establecidos en Viena-1815 serían reducidos por la alianza. Así, la política internacional europea de la época quedaba configurada por los principios de legitimidad, equilibrio e intervención. En virtud del principio de legitimidad se restauraron las dinastías del Antiguo Régimen, recuperando los territorios adueñados por Napoleón Bonaparte.
Luego, Europa pasó años sin guerras, excepto la Guerra de Crimea de 1855, después surgieron tensiones ideológicas de guerras que se vieron agudizadas para finales del siglo XIX. En esas circunstancias, el zar Nicolás II de Rusia hizo un último esfuerzo e instó a las potencias a participar en las Conferencias de la Paz que se celebraron en La Haya en 1899 y 1907 a efecto de limitar el incremento de armamentos propuesto por el zar Alejandro II en la Conferencia de Bruselas de 1874, consiguiendo al final reglamentar la guerra y la creación del Tribunal Internacional de Arbitraje. Esto no fue suficiente para impedir el incremento de la capacidad militar y sus consecuencias; la Primera Guerra Mundial y posterior fin de las hostilidades con la firma del Tratado de Paz de Versalles[6] en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles el 28 de junio de 1919. Se supuso que la paz había vuelto al mundo y con él, una fecha grandiosa en la vida de la Humanidad. Se había creado un organismo internacional que se proponía establecer las bases para la paz y la reorganización de las relaciones internacionales entre guerras; aunque no pudo lograr resolver los graves conflictos mundiales de las guerras. Esta fue la primera organización internacional en la historia de las relaciones internacionales y el antecedente de las Naciones Unidas –El Pacto de Sociedad de Naciones que venía a fijar “… el firme establecimiento de las normas del derecho internacional como regla de conducta efectiva entre los gobiernos” (Pacto, art. 13, párr. 2) para desarrollar la cooperación entre las naciones, a la par que garantizar la paz y la seguridad internacional.
Con esa finalidad, en 1921, se creó la Corte Permanente de Justica Internacional (antecesora de la actual Corte Internacional de Justicia) como instancia jurisdiccional al que los Estados podían recurrir. Esta Organización orientaba, brindando opiniones sobre lo que se le consultase, evidentemente todas referidas al mantenimiento de la paz y seguridad internacional (Pacto, arts. 3 y 4, párr. 4). Sin embargo, las fallas del Pacto se evidenciaron al no considerar a la guerra como un injusto internacional. Así, “… la aceptación de ciertas obligaciones de no recurrir a la guerra” (Pacto, preámbulo), es decir sólo generaba derechos y obligaciones entre las partes que nunca tuvo vocación de universalidad, dado que las principales potencias no estuvieron, si bien ingresaron los años siguientes, se fueron tan pronto como entraron, no obstante fue un avance en el desarrollo del derecho internacional para la edificación legislativa que vendría a ser las Naciones Unidas (Carta, arts. 1 y 2).
Por lo tanto, aunque las potencias no pudieron estar de acuerdo con la lógica del Pacto. El Pacto Briand-Kellogg[7] de 1928 venía a ser la alternativa de soluciones internacionales, ya que los estados firmantes se obligaban a no usar la guerra como mecanismo para la solución de las controversias internacionales al proscribirse como medio de política exterior internacional. Cabe resaltar, que su art. 1 fijaba la renuncia de la guerra y su art. 2 exigía el arreglo de controversias por medios pacíficos. A cuya posición se adhirieron las principales naciones que luego se enfrentarían en la Segunda Guerra Mundial. Así pues, estas eran normas básicas que prometían esperanza para la paz y la seguridad del mundo. Sin embargo, los intereses de las principales potencias de la época dejarían de lado los propósitos para los que se creó, siendo que tampoco establecía método militar alguno como para forzar su cumplimiento por lo que las principales potencias desplegaron su poderío militar interviniendo estados, conquistando territorios , a efectos de dominar el mundo –se había desatado la Segunda Guerra Mundial-.
- Naturaleza jurídica de las Naciones Unidas: la relación con los acuerdos regionales; los acuerdos de legítima defensa.
En efecto, la Carta de las Naciones Unidas modificó dicho uso de la fuerza y de las amenazas de su empleo tradicional; estableciendo principios básicos alrededor de los cuales debe girar y conformarse el sistema de intervención militar internacional a los efectos de legitimidad (Carta, Capítulo VII-VIII).
En función de ello, las intervenciones modernas nos suministran una clave importante para comprender que el tipo de intervención es acorde al derecho, debido a que su valor queda registrado en tratados internacionales previamente establecidos entre las partes; sin perjuicio de la regulación del uso y la amenaza del uso de la fuerza, medidas eficaces y colectivas que conciernen al Consejo de Seguridad (Carta, art. 24). Por eso, que el empleo de la fuerza en el derecho internacional se determinó precisamente cuando los Estados acordaron regular el empleo de la fuerza conforme a la Carta de las Naciones Unidas. Lo que fue un cambio sustancial en la estructura del derecho internacional moderno que nos rige. Toda vez que el uso de la fuerza por los Estados está supeditado a los principios aceptados por la comunidad internacional en su conjunto como autónoma e imperativa, consagrada por el derecho internacional consuetudinario como tratados internacionales entre otras legislaciones internacionales de carácter regional (Carta, capítulo VIII).
En cuanto al uso de la fuerza, Como puede verse, las normas de derecho internacional público establecidas en la legislación de fondo de la Carta de las Naciones Unidas prohíben de forma absoluta el uso de la fuerza de los Estados en sus relaciones internacionales (art. 2, inc. 4)[8], excepto la única excepción prevista que la Carta autoriza es “… el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva” (art. 51). En cambio, los acuerdos regionales sobre el sistema de seguridad fundados en el art. 53; no autorizan aplicar medidas coercitivas salvo autorización del Consejo de Seguridad o que se trate de Estados Enemigos (Carta, art. 53, inc. 2, y 107)[9]. En ese sentido, lo comprendido en los artículos del Capítulo VIII de la Carta son reglas de derecho internacional público que autorizan la participación de acuerdos u organismos regionales en el arreglo pacífico o solución de controversias susceptibles de acción regional con el propósito de mantener la paz y la seguridad internacional (art. 52). Lo que es de responsabilidad fundamental del Consejo de Seguridad. Sin embargo, el Consejo puede hacer suyo dichos acuerdos para aplicar medidas coercitivas bajo su autoridad. Bajo ese sistema de resguardo, los acuerdos regionales gozan de un amplio margen de protección proyectado con el propósito de mantener la paz y la seguridad internacional.
Por cierto, merece mencionarse que los acuerdos son un avance en el desarrollo del derecho internacional. De modo que todo Estado tiene en todo tiempo que “… mantener informado al Consejo de Seguridad de las actividades emprendidas o proyectadas en conformidad con los acuerdos regionales o por organismos regionales con el propósito de mantener la paz y la seguridad internacional” (Carta, art. 54). Ese valor de la Carta, en términos de política internacional, se puso de relieve en las misiones de paz, amparadas por las Naciones Unidas; en la que se establecen medidas para la paz y la seguridad internacional. En sus distintas variantes, según clasificación de la Secretaría de la ONU; Peace building, Peace keeping, Peace enforcement and Peace making (como se cita en Lucuta, 2014) [10] .A modo de ejemplo se destaca La Misión de Buenos Oficios de las Naciones Unidas en Afganistán y Pakistán (UNMOGAP) que se desplegó desde mayo de 1988 y La Misión de Coordinación de Programas de Asistencia Humanitaria y Económica en Afganistán (UNOCA). El primero buscaba hacer cumplir los Acuerdos de Ginebra y el segundo el retorno de los refugiados.
En otros ejemplos están la llegada a Afganistán de tropas militares de la OTAN como herramientas de las misiones ordenadas por las Naciones Unidas; una vez que la coalición internacional acabara con los Talibanes (20 de diciembre de 2001). En dicha oportunidad el Consejo de Seguridad autorizó la creación de una Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad (ISAF) de Afganistán[11] para proporcionar asistencia militar al Gobierno afgano; para que pueda progresar en la estabilización y reconstrucción del país aprovechando la colaboración de Naciones Unidas y de los donantes internacionales. El proceso de ejecución empezó en Kabul, en momentos que la coalición internacional continuaba al sur del país con la Operación Libertad Duradera contra el Gobierno talibán. La Misión fue conducida por la OTAN desde agosto de 2003 y finalizó el 28 de diciembre de 2014, siendo la misma prolongada por la Operación Apoyo Resuelto[12] hasta diciembre de 2016.
En resumen, como vemos entonces, es legítimo que las Organizaciones internacionales hagan uso de la fuerza armada con autorización del Consejo de Seguridad en ciertos Estados. Como ejemplo tenemos el carácter de incursión de la OTAN en Kosovo en 1999, Afganistán en 2003 y 2006 o lo realizado por el Pacto de Varsovia en Hungría 1956 y Checoslovaquia 1968, o el establecimiento de misiones especiales por parte de las Naciones Unidas. Además las intervenciones militares pueden ser de hecho o solicitada. Un claro modelo de intervención armada de hecho fue la incursión armada de los Estados Unidos en Vietnam 1950-75 o Irak 2003. Ello trae al caso, la reflexión del Presidente Obama en la VII Cumbre de las Américas en Panamá, 2015 sobre el enorme retroceso que tuvo su nación ante América Latina e intentar adecuarse a las condiciones mínimas para dialogar con los Gobiernos de la región. Lo cual pareció no convencer del todo a los líderes latinoamericanos; el que Washington abandonase su política intervencionista, sino al contrario perseguiría la búsqueda del control económico y político de la región. En ese sentido, las intervenciones de hecho nos explican que hay otras razones políticas que tipifican el tipo de intervención (véase el capítulo I, parte 2).
En cambio, la intromisión de la Unión Soviética a Afganistán en 1979, Etiopía en Somalia a finales del año 2006, Rusia en Osetia del Sur del 2008[13], Siria -octubre del 2015 contra el Estado Islámico- es un ejemplo de intervención armada solicitada. Por último, la intervención Impuesta para restablecer la paz y la seguridad internacional se da conforme determina el artículo 42; la fuerza de coalición fue autorizada por el Consejo de Seguridad, como ejemplo tenemos las llevadas a cabo bajo el liderazgo de los Estados Unidos contra la República de Irak el 16 de enero de 1991 en respuesta a la invasión y anexión iraquí del Estado de Kuwait iniciada el 2 de agosto de 1990 que procedió bajo el nombre de “Operación Tormenta del Desierto. En ese momento el Consejo de Seguridad emitió:
1) La resolución Nº 660 del 2 de agosto de 1990 dictada por el Consejo de Seguridad condenó el ataque e invasión iraquí; 2) la resoluciones Nº 661 del 6 de agosto de 1990 impuso sanciones económicas; 3) la Nº 665 del 25 de agosto, acerca del embargo marítimo; 4) la Nº 670 del 25 de septiembre acerca del bloqueo aéreo, y finalmente, 5) la que autorizaba el empleo de la fuerza o resolución Nº 678 del 29 de noviembre que daba último plazo a Irak a salir de Kuwait antes del 15 de enero de 1991 (p. 669, como se cita en p. 3)[14], .
De ese modo, conforme al Consejo de Seguridad su función fue ejecutar la resolución 660 en conformidad al artículo 42.Toda vez que las medidas resolutivas del art. 41 fueron inadecuadas, “… o han demostrado serlas, podrá ejercer por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales” (Carta, art. 42). De tal manera de sancionar un hecho o una situación que constituyese una amenaza a la paz, un quebrantamiento de la paz o un acto de agresión (Carta, art. 39).
Entonces, en el marco del derecho internacional en vigor a partir del 24 de octubre de 1945; al entrar en vigor la Carta de las Naciones Unidas, las normas que amparan estos valores de paz y justicia universal han sido aceptadas y reconocidas por la comunidad internacional de Estados, siendo responsable fundamental de su mantenimiento el Consejo de Seguridad (Carta, art. 24)[15]. A ese efecto, ha de señalarse que éste órgano es el único habilitado por imperio de la ley internacional para decidir qué medidas coercitivas serán obligatorias para todos los Estados (Carta, arts. 40, 41, 42 y 25).
Como acabo de señalar, por el solo hecho de ocurrir en ese marco legal surge el argumento de legitimidad o ilegitimidad derivado de la calificación jurídica de las situaciones que se pretenden fijar en el siguiente subcapítulo “3” a los fines de valorar las acciones de la Unión Soviética en territorio afgano.
- El acuerdo soviético-afgano, y la razón de tratarse de un ordenamiento positivo.
En el plano jurídico, es precisamente la importancia de la dimensión de su contexto hegemónico más amplio lo que se realza en la comunidad internacional por los modos en que se llevó a cabo.
En efecto, una de las formas en que se ha expresado tempranamente la relación diplomática entre Estados fue mediante la adopción de instrumentos internacionales bilaterales que son el resultado de una voluntad expresada y asumida por el consenso de las partes contratantes. Han sido los acuerdos en reuniones internacionales en las que los delegados debidamente acreditados con poderes suficientes discuten la celebración de tratados internacionales de interés común, aunque diferentes desde luego por el objeto de la aplicación del acuerdo en la que las partes manifiestan su interés en que determinada materia del ámbito internacional sea regulada jurídicamente en sus relaciones internacionales. En esa línea se enumeran los encuentros de Dost Mohammad Khan con el Zar Nicolás I de Rusia (1839) y Amanullah Khan con Lenin en Moscú (1919), de Nur Mohammad Taraki con Leonid Brézhnev en Moscú (1978), todos de alto significado político. En referencia el último acuerdo tuvo lugar en momentos cuando las grandes naciones capitalistas y sus aliados del Golfo Pérsico conspiraban abiertamente contra el nuevo gobierno de Taraki, suministrando armas y dinero a la contrarrevolución.
Dentro de ese contexto, la forma de expresar la voluntad diplomática de Moscú y Kabul es incluído. Se señala también las llevadas a cabo entre Afganistán e Inglaterra en los siglos XIX y XX. Sobre esto debe decirse que el principio voluntario bilateral en el derecho internacional comporta una diferencia para el caso de imposición de la fuerza ocurrida esencialmente en las relaciones de Inglaterra con Afganistán que es claramente opuesta al fundamento jurídico político de las deliberaciones diplomáticas de Brézhnev y Taraki que tuvieron como resultado la adopción de decisiones del mismo carácter amigable (Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Colaboración, de diciembre de 1978). En esa línea, se aprobaron los tratados internacionales desde los tiempos del Imperio Ruso hasta la República Democrática de Afganistán.
En consecuencia, nada impide que, si tal sea el caso, la costumbre internacional en unanimidad acepte que los acuerdos concluídos son voluntades entre sujetos del derecho internacional. Es decir, que los Estados tienen capacidad suficiente para generar derechos y obligaciones. Es precisamente, al efecto de establecer derechos y obligaciones internacionales entre ellos, mediante los tratados internacionales. De acuerdo con esto, la naturaleza jurídica de protección estará dada por su objeto expuesto en derechos y obligaciones. Por cierto, nada impide entonces que sea distinto, toda vez que conforme a la regla de la autonomía de la voluntad, la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969 había sido delineado ya en la Carta: “Todo Estado tiene capacidad para celebrar tratados” (art. 6) y se encuentran obligados a partir de la firma en debida forma del tratado (Convención, arts. 2. 1. b), 12,13, 14, 15 y 16). De modo, que la voluntad consuetudinaria está protegida sin perjuicio de otros sujetos de derecho internacional como organizaciones y/o comunidades beligerantes.
En esa línea de entendimiento, el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Colaboración, suscrito entre URSS y Afganistán entrado en vigor el 5 de diciembre de 1978, es fuente de derechos y obligaciones para las partes; quienes expresaron el consentimiento en obligarse por sus normas. En tales circunstancias de derecho, los Estados pueden optar entre una serie de diferentes tipos de tratados que vienen a dar respuesta a los diversos criterios. Según las partes elijan en nada se modificará la naturaleza vinculante a la voluntad declarada ni el ámbito de validez del instrumento internacional. Los Estados según la Pacta sunt servanda “Todo tratado en vigor obliga a las Partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe” (Convención, art. 26). De ese modo, el principio general de derecho internacional público; en relación a la observancia de los tratados, viene a ser ley para ambas partes, conforme a lo prescrito en la Carta de las Naciones Unidas (Carta, art. 2. inc.2). Ese valor de los principios generales de derecho como fuente formal del ordenamiento jurídico positivo sigue siendo relevante, lo que se realza en el art. 38 del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.
Al efecto, el artículo 38, establece reglas expresamente reconocidas por los estados; que la costumbre internacional es una práctica aceptada como derecho y la calificación jurídica de legitimización de los acuerdos es universal. Esa línea de legitimización nos lleva a la comprensión realista de las relaciones internacionales. Cabe preguntarse entonces, si este criterio es suficiente para legitimar los acuerdos de las partes a la luz del derecho internacional. Es lógicamente válido lo que las partes acordaron; dado la universalidad de la política internacional de las grandes potencias. Como ejemplo, menciono a los EE.UU y la URSS, que debido al poder que detentaban, influyeron o condicionaron el sistema internacional haciendo realizable acuerdos bilaterales de diversa índole. De ese modo, ambas potencias fijaron un patrón de comportamiento aceptado en la vida internacional de la guerra fría, dando tutela de seguridad necesaria para la constancia de las relaciones internacionales de dicho periodo.
Así, de acuerdo con el derecho internacional, la validez de las reglas generales ha sido factor de interpretación. Al respecto, la Asamblea General de la ONU del 24 de octubre de 1970 mediante Resolución 2625 dijo que los principios del derecho internacional referentes a las relaciones de amistad y cooperación entre los estados son en conformidad con la Carta de las Naciones Unidas. Importa la legitimidad internacional, con la cual se descarta la hipótesis de que los acuerdos contractuales bilaterales surgidos mediante normativa positiva sean inválidos. En esa línea jurisprudencial, la Corte Internacional de Justicia contribuyó en muchos sentidos para una mejor comprensión de la aplicación de las normas que otorgan legitimidad internacional y de su eventual jurisprudencia internacional institucionalizada que evitó eventuales interpretaciones no concordantes con los acuerdos sobre las reglas de derecho internacional (Estatuto C.I.J., art. 38).
Es por eso que la suma de reglas traídas; en aras de lograr dar sentido a la legitimidad del tratado en evaluación. Se reitera entonces, que a partir de la existencia de las norma de derecho internacional han aparecido vaguedades; las cuales han sido interpretadas por la Corte Internacional de Justicia a efectos que los pueblos puedan expandir sus relaciones internacionales por el mundo en conformidad con los propósitos y principios de las Naciones Unidas (Carta, arts. 1 y 2). Con ese fin, la respuesta a esta cuestión requiere del examen de normas positivas en los términos de legitimidad internacional propuestas en este capítulo.
- Legitimidad derivada de las normas positivas
Dicho esto, pasemos a evaluar el acuerdo de seguridad bilateral pactado en el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Colaboración del 5 de diciembre de 1978 entre la URSS-Afganistán. En ese momento, las Altas Partes Contratantes invocaron el principio de legitimidad establecido en el contenido, en el Artículo 51 de la Carta de la ONU que estipula -el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Miembro de las Naciones Unidas-. De modo que esto desvirtuaba las mentiras estadounidenses propagandistas que se decían como motivo de la presunta ocupación militar soviética en Kabul, carentes de toda realidad. Por ende, a juicio de la afirmación realista del poder soviético-afgano, el acuerdo celebrado caracteriza una visión justificada y legitimada por el ejercicio de las titularidades de un derecho soberano de autodeterminación de ambos pueblos mediando el Pacto.
Me refiero al impresionante y el más elocuente significativo de todos los documentos oficiales soviéticos-afganos; el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Colaboración de 1978 decía:
Las Altas Partes Contratantes, obrando en el espíritu de las tradiciones de amistad y buena vecindad, así como de la Carta de las Naciones Unidas, mantendrán consultas recíprocas y por acuerdo entre ambas Partes tomarán las medidas pertinentes con el fin de garantizar la seguridad, la independencia y la integridad territorial de ambos países. En aras de consolidar la capacidad defensiva de las Altas Partes Contratantes, éstas continuarán fomentando la cooperación en la esfera militar. (Art. 4).
Como se dijo, su firma fue en un momento en que se advertía el avance de la contrarrevolución[16] que suponía un grave peligro para la subsistencia de la Revolución de Abril y de la paz regional. Avanzando un año y medio después, el 27 de diciembre de 1979, la estabilidad nacional afgana se veía peligrosamente comprometida por las políticas de Jaffizulá Amín. Con ello sobrevino una especial relación entre la gravedad institucional y el objeto del tratado de seguridad –que el consejo revolucionario exigía su cumplimiento-.
La situación fue alertada por el Partido Comunista de la Unión Soviética[17] en repetidas ocasiones al dirigirse a las autoridades afganas, tratando de obtener el fin de la represión ilegal llevada a cabo por Jaffizulá Amín, quien había eliminado al Secretario General del Partido Demócrata Popular de Afganistán y Presidente de la República Nur Mohammad Taraki que fingidamente aludía tener buenas relaciones con la URSS. La verdad es que buscaba en todo momento entregar su nación a los contrarrevolucionarios provenientes del exterior, con lo cual su régimen había desatado el terror a su pueblo y creado la amenaza de la eliminación de lo que la Revolución de Abril trajo a Afganistán
Ante esa realidad histórica, la URSS tuvo que someterse al mundo ante la obligación asumida en conformidad al art. 51 de la Carta de las Naciones Unidas para el cumplimiento del tratado. Por lo tanto, el Tratado de Amistad, firmado en diciembre de 1978, y la Carta de las Naciones Unidas, eran las bases legales de legitimación de las acciones soviéticas en el territorio afgano -la autodefensa individual, derecho del que en múltiples ocasiones hicieron uso otros Estados-. Aquel 27 de ese mes, J. Amín fue derrocado y ejecutado por decisión del Consejo Revolucionario Afgano apoyado por las Fuerzas Especiales de la Unión Soviética. En horas de la noche de ese día, el nuevo Presidente Babrak Karmal[18] comunicaba a su pueblo, “… que el eslabón de la cadena de despotismo, el régimen de J. Amín y sus secuaces, fue destruido en el corazón de Asia. El aislado y sangriento régimen del traidor al pueblo y la patria había caído bajo el peso de sus crímenes” (Radio Kabul, de 27 de diciembre de 1979).
En esa relación, según Nadra (1980). Brézhnev dijo al periódico Pravda que buscaba evitar lo ocurrido en naciones como Chile de Allende, en las que la libertad del pueblo fue eliminada con sangre por la CIA americana y permitir que eso suceda en las fronteras de las URSS implicaría un serio peligro para la paz y la seguridad de la región que “La constante persistente intervención armada y el complot, muy adelantado ya, de las fuerzas reaccionarias exteriores crearon una amenaza real de que Afganistán perdiese la independientica y se convirtiera en base militar imperialista en la frontera meridional de nuestro país” (p. 64).
Entonces, estas son algunas de las cosas que nos asombran cuando repasamos la historia de intromisión intervencionista de los Estados Unidos, no solo en América Latina que por cierto no se discuten aquí, sino que es expuesto a modo de ejemplo las similitudes o semejanzas con la contrarrevolución extranjera en Afganistán.
- Afganistán y los procesos de conspiración extranjera. Negociaciones y resultados en la seguridad internacional post-guerra fría.
A raíz de la intervención soviética y de la asunción del nuevo jefe de Estado de la Republica de Afganistán, Babrak Karmal; la indiferencia de los medios de comunicación norteamericanos sobre la Revolución de Abril no dejaba de impresionar con una visión impactante tergiversada por supuesto, de la presencia soviética que cualquier observador honesto pudiese llevarse de Afganistán. Estaban entonces las múltiples publicaciones de los medios extranjeros con historietas como que “los periodistas norteamericanos acababan de ser expulsados de Afganistán” en realidad nada de eso ocurría en el lugar de los hechos, teniendo en cuenta que las conferencias de Karmal se realizaban en un ámbito democrático de realidad reinante tildado en aquel 17 de enero de 1980 (Nadra, 1980, p. 69, párr. 2).
También, la prensa aprovechaba cualquier rumor por ahí, para desvirtuar la realidad en Kabul el 18 de enero de 1980, al exteriorizar los intensos combates entre unidades soviéticas y el ejército afgano frente al aeropuerto de Kabul. ¡Qué grande son esas sorpresas sobre una realidad inexistente! Toda vez, que en ese momento no existían tales enfrentamientos, sino solo viajantes en el aeropuerto que se encontraban plácidamente contemplando aquel frio día soleado[19]. Como se verá, ésta es la brevísima historia de una realidad tergiversada, sin afectar lo sostenido sobre el papel contrarrevolucionario[20].
Entonces, es realmente lamentable que se haya extendido una propaganda estadounidense con otras potencias capitalistas y China al mundo con informaciones sobre encarnizados combates producto de la intervención soviética. Además de ese inconveniente, Washington con la adhesión de China llevaron al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la situación de Afganistán ; mientras en simultáneo continuaban una tenaz campaña de desprestigio de la URSS ante la comunidad internacional (Ibit.,p 66). En ese sentido, el secretario de seguridad Brzezinski acordó con Carter boicotear los Juegos Olímpicos de Moscú 1980, postergar las conversaciones del tratado SALT II, cancelar la venta de cereales a la URSS, suspender los privilegios pesqueros a los barcos soviéticos, congelar los intercambios económicos y culturales, y destinar más recursos para las armas militares mientras finalizaba el proceso de distensión. Al mismo tiempo que preparaba la asistencia de armas de diversa índole a los fundamentalistas contrarrevolucionarios dushmanes estacionados en el cuartel general en Peshawar, Pakistán , desde la Revolución de Abril cuya facción Jamiat-i-Inlami (Asociación Islámica) era moderada, liderada por Burhanuddin Rabbani (tayiko) y por Gulbuddin Hekmatyar (Hizb-i-Islami – Partido Islámico) ;cuya facción radical era de “carácter sectario ; el que recibiría la mayor parte de la ayuda pakistaní” (Gomá, 2011, p. 212).
Según Estados Unidos daba por hecho; el preferir afrontar una relación de dificultades lógicas y tensiones que atravesaba la población afgana que supuestamente rechazaba la presencia soviética. En el hipotético caso que hubiera sido así debería recordarse que Afganistán es un país que en muchas oportunidades pudo echar a los extranjeros, entre ellos los ingleses y que podía hacer lo mismo con los intrusos soviéticos. Aquél país denunciaba ante la comunidad internacional, que la URSS estaba amenazando a los afganos con sus tanques, sin embargo; tergiversaba otra vez la realidad, es decir no decía que “los tanques estaban adornados con flores. (Nadra, 1980, p. 20, párr. 1). Sin embargo; los periódicos ingleses La Daily Telegraph amenazaba con un pronto “contragolpe” y el Financial Times que correrían ríos de sangre.
Menos iban a decir, que los soviéticos habían frustrado los perversos designios de los miembros camarillas de Jaffizulá Amín. Lo cierto, es que la URSS en un inicio estableció el orden político constitucional afgano delineado por la Revolución de Abril sobre una base política segura e irrefutable[21]. Pero, por desgracia; esta idea política pura se tornaba en pura fantasía para Washington, considerando que la injerencia extranjera era precisamente para repelar a la URSS de Afganistán. Al respecto Jimmy Carter decía que “la invasión de Afganistán podría ser la mayor amenaza para la paz desde la Segunda Guerra Mundial. La gran mayoría de las naciones del planeta han condenado este último intento soviético de extender su dominación colonial sobre otros países” (Discurso del 23 de enero de 1980, Cámara de Representantes de Estados Unidos).
Esa provocación según él sería una intervención futura de la URSS a Irán y Pakistán, que de ser así, implicaría un grave peligro para la seguridad norteamericana, lo que llevaría a utilizar armas nucleares.
Por lo que puso en marcha la Operación Ciclón, programa de la Agencia Central de Inteligencia de Los Estados Unidos (CIA) y la Inteligencia Inter-Servicios de Pakistán (ISI) a los efectos de intensificar la preparación , ayuda técnica y material militar a los fundamentalistas islámicos muyahidines en su lucha contra el gobierno de la República Democrática de Afganistán (1978-1992) y contra el Ejército Rojo soviético (1979-1989); lo cual se convirtió en la operación más larga y cara llevada a cabo por los Estados Unidos. Según Barlett and James B. Steele (2003); el financiamiento comenzó con 20-30 millones de dólares por año en 1980 y alcanzó los 630 millones anuales para fines de 1987 (párr. 2)[22]
Por ese proyecto, el consejero de seguridad de Estados Unidos Zbigniew Brzezinski viajó a Pakistán con el propósito de conversar y ofrecer a los muyahidines, instando a “los soldados de Dios” a que redoblaran sus esfuerzos en contra del invasor gobierno soviético (Talbot, parte 8, párr. 6)[23]. Asimismo, llevó su mensaje aduciendo que conocía la profunda fe en Dios de los fundamentalistas y les reafirmaba que su lucha triunfaría sosteniendo que ese país Afganistán; hoy en manos soviéticas, algún día regresarían a ellos; porque su lucha prevalecería fundamental para que vuelvan a tener de nuevo sus casas y mezquitas; porque su causa era justa y por eso Alá estaba con ellos. Mensajes como éste fueron bien recibidos por los fundamentalistas afganos. Con ello Washington buscaba hacer sufrir a los soviéticos lo más posible.
En primer momento a mediados de 1979, las armas venían de China, Egipto, e incluso de los propios soldados soviéticos. En simultáneo, Washington tuvo que sobrellevar la situación del gobierno pakistaní que construía su arma atómica y su tráfico de drogas que venía a ser un gran problema. De hecho, años después Charles Dunbar, Secretario del Departamento de Estado de EE.UU decía “teníamos que hacer oídos sordos dado que el interés estaba en obtener su colaboración con la situación afgana”. Habiendo caído Amín; los soviéticos instalados en el campo de batalla, surgían las inquietudes, dado que parecían no encontrar soldados norteamericanos debido a que estos asesoraban a los contrarrevolucionarios desde la clandestinidad. No obstante, las batallas encarnizadas que se libraban rápidamente eran superadas por los soviéticos (en un 99% en el día a día); aunque, al día siguiente otros muyahidines se presentaban en el campo de batalla como si nada hubiera ocurrido. En cierta medida, existía una confusión sobre el enemigo. Lo que fue aprovechado por la administración Carter estando también sus aliados muyahidines luchando desorganizadamente; ya que cuando no luchaban contra los soviéticos, se peleaban entre ellos con los equipos arrebatados y los botines que eran parte de sus saqueos estas bandas fundamentalistas se las acababan rápidamente.
Esta forma de contrarrevolución se modificó con la llegada de Reagan el 21 de enero de 1981. El que decidió aumentar la proporción secreta de provisiones de armas militares a los muyahidines que llegaban a través de los campos de Pakistán. Proceder confirmado por Caspar Weinberger, Secretario de Defensa de EEUU (1981-1987).En los años 1983-1985, Washington consideraba que la guerra podía ser ganada por los radicales muyahidines, aliados de los Estados Unidos “con el oro norteamericano; pero con la sangre afgana”. De manera que EEUU empezó a enviar cargamentos de armas a medida que avanzaba la contrarrevolución, lo que iba en aumento hasta incluir armas convencionales misiles. A su vez hacia entender al gobierno Pakistaní que controlando la ayuda en armas podían pronto establecer un régimen fundamentalista en Afganistán. Con ese fin confiaron en el muyahidín Rabbani y Gulbuddin. De éste debo decir que las armas las entregaba por desigual a los demás grupos de muyahidines -Mohammad Omar-
Mientras eso sucedía; la Naciones Unidas buscaba soluciones para la retirada soviética de Afganistán; propuesta compartida por Yuri Andrópov[24], pero Estados Unidos tenía desconfianza teniendo en cuenta su pasado en Hungría y Checoslovaquia. Asimismo, EEUU y Pakistán no podían llegar a un acuerdo con Moscú, mientras tanto el Ejército Rojo se fortalecía y la resistencia fundamental hacía lo mismo. Por ambos lados los crímenes de guerra aumentaban, los soldados soviéticos morían en cumplimiento de sus deberes internacionales y las muertes colaterales de los civiles crecían en miles mientras se agregaba la desinformación de los hechos. En 1985, el pueblo soviético empezó a tener un mejor panorama del contexto real de la guerra. Gorbachov tuvo que explicarlo, con ello las posibilidades de salir de la guerra. Por supuesto, teniendo en cuenta el extenso legado de la civilización rusa debía ser de una manera estratégica. Es más siendo una superpotencia militar del mundo; no podía salir corriendo, no podía ser como había salido los Estados Unidos de Vietnam; eso era inviable porque dañaría seriamente el prestigio de la Unión Soviética. Gorbachov hizo uso de la costumbre diplomática; para eso entabló comunicación con el enviado de la ONU, Diego Cordovez Zegers[25] ; sus planes eran la retirada bajo acuerdo con las Naciones Unidas. A ese fin, confiando que EEUU y Pakistán compartirían un acuerdo con Moscú modificó el mando afgano de Babrak Karmal por Mohammad Najibulláh. Iniciando éste conversaciones con los muyahidín; aunque Washington no creía tal viabilidad dado su paso por la KGB afgana se tornaba en inadecuado que convenza a sus colegas comunistas para que éstos depongan las armas y se marchen.
En la práctica, después de la Cumbre de 1987, Reagan creía que Gorbachov de verdad deseaba salir de Afganistán; aunque los republicanos norteamericanos fortalecieron su política contraria, teniendo en cuenta que URSS obstaculizó la posición de EEUU en Vietnam. Reagan cedió a las presiones y optó por ayudar a los muyahidines a luchar hasta la victoria porque sabía que podían ganar la guerra, incrementó la ayuda de un equivalente de 16 millones de dólares por año a 160 millones de dólares. Según su sensata decisión, Washington puso los misiles portátiles Stinger en manos de los fundamentalistas muyahidines. Años después, el misil fue elogiado por ocupar “… el récord de aviones derribados desde la II Guerra Mundial” (Richter, 2001, párr. 2) [26].
Esta acción de Los Estados Unidos fue avalada por Arabia Saudita, Pakistán y China que también apoyaban con importantes aportaciones económicas en favor de los muyahidines; con lo que venían voluntarios de distintos países musulmanes -la guerra se había convertido en guerra santa- y para fines de 1987, los muyahidines estaban seguros de triunfar con el empleo de armamento pesado; lanzacohetes de 102, 122 milímetros, misiles SA-7 y el Stinger.
Ante esa realidad, los fundamentalistas muyahidines presentaron batalla a los soviéticos en términos convencionales. Con ello, Washington había enviado un mensaje a Moscú; que su país estaba directamente involucrado en la guerra. De modo, que la capacidad militar de los muyahidines hizo que se tornaran deseosos y muy sabedores de que pronto tomarían el poder; por lo que no aceptaron la propuesta soviética de retirarse de Afganistán y de dejar en el poder a Najibulláh.
- El papel de la Diplomacia, Las Naciones Unidas
Con el acercamiento de la Diplomacia del Secretario General de las Naciones Unidas, Javier Pérez de Cuellar, Moscú y Washington pactaron el Acuerdo de Paz de Ginebra del 14 de abril de 1988[27] ; cuyo apartado primero se centra en las relaciones entre Pakistán y Afganistán y el compromiso de no injerencia y no interferencia de un país en los asuntos del otro. En las siguientes cláusulas se obligaba a las partes a no enviar armas a cualquier parte de Afganistán y se fijaba la retirada de las tropas soviéticas de Afganistán y el regreso voluntario de todos los refugiados,
En ese marco se creó La Misión de Buenos Oficios de las Naciones Unidas en Afganistán y Pakistán (UNGOMAP)[28] , con el fin de verificar el cumplimiento de los Acuerdos de Ginebra por la Misión de Coordinación de Programas de Asistencia Humanitaria y Económica en Afganistán (UNOCA) para reconstruir el país y repatriar a los refugiados. Sin embargo, no se cumplió, dado que Estados Unidos volvió a desconfiar, sosteniendo que Moscú planeaba sacarse de encima a los muyahidines y a la oposición estadounidense y lograr por otros métodos dominar de todas maneras a Afganistán; lo que era algo que contrariaba a la política de Washington. En sentido contrario, Moscú sostenía que los EEUU no deseaba que en Afganistán quedara alguna huella soviética y que el gobierno debiera ser antisoviético afín a Washington (Vasily Safronchuk, Ministro de Asuntos Exteriores soviéticos). Al final los más radicales fundamentalistas apoyados por los Estados Unidos fueron los más beneficiados. En definitiva, para fines de 1988, el Ejército Rojo empezó la retirada de Afganistán en cumplimiento de los Acuerdos de Ginebra de 1988, siendo el mismo completado el 15 de febrero de 1989.
CONCLUSIÓN.-
Se podría decir entonces, que el debate sobre el apoyo de las naciones del Bloque Este a la intervención militar soviética en Afganistán y del Acuerdo entablado, es uno de los argumentos que propone la garantía de la legalidad internacional como un criterio determinante de la legitimidad del empleo de la coacción. Sin embargo; Estados Unidos y aliados habían desconocido tal legitimidad, oponiéndose así, a la admisibilidad de la intervención soviética. Situación que se advierte en la existencia de argumentos imprecisos por parte del bloque occidental con respecto de la legitimidad de la intervención soviética. Pues bien, esta inadecuación de conductas fue aclarada en rigor de los instrumentos internacionales vigentes al momento de los hechos, así como por la propia legalidad internacional que no avala intervención militar alguna fuera de ese marco legal (Carta, Capítulo: VII y VIII).
Así entonces, al resolver la situación internacional de la intervención soviética en Afganistán; es preciso considerar la legitimidad del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Colaboración entre la URSS y Afganistán, suscrita el 5 de diciembre de 1978 en Moscú, “… actuando en el espíritu de las tradiciones de amistad y buena vecindad en el espíritu de la Carta de las Naciones Unidas”[29]. Esta frase interesante figuraba en el preámbulo del tratado, por lo que no cabe duda que ambas naciones creían y sentían intensamente su constitución y sus cláusulas. De esta forma, en la historia de la diplomacia hay pocas veces tan incondicionales como la diplomacia soviética hacia Kabul, sin embargo pocos son los líderes y doctrinarios en el mundo occidental que la reconocen.
Así pues, el tratado durante su vigencia ha sido de inmensa trascendencia el que tiene mayor importancia contemporánea, tan grande para Afganistán quizás porque pensó en la victoria de la Revolución de Abril; ajena al pensamiento norteamericano e intereses de Inglaterra y Pakistán, que le ocasionaría grandes consecuencias en función de los obstáculos emplazados luego de la llegada de las tropas soviéticas a Kabul en diciembre de 1979. Lo que dejaba atrás las esperanzas de Estados Unidos de dominar Afganistán. Como decía el embajador norteamericano en Kabul al Departamento de Estado sobre la presencia soviética: Afganistán está “perdido para el mundo libre” Dumnova, 1988, p. 174).
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http://www.foia.cia.gov/sites/default/files/document_conversions/17/19860401A.pdf
[1] Este ensayo es una versión revisada y considerablemente ampliada sobre la controversia de Legitimidad de la Intervención de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en Afganistán (1979-1989); para ser publicado en The Observatory of International Law, en agosto de 2017.
[2] Abogado, y Licenciado en Relaciones Internacionales, Universidad de Palermo. Buenos Aires, Argentina.
[3]La Guerra de los Treinta Años y la Paz de Westfalia. Recuperado de http://www.dw.com/es/la-guerra-de-los-treinta-a%C3%B1os-y-la-paz-de-westfalia/a-4280180
[4] Reino Unido, España, Polonia, Portugal y aliados.
[5] Tratado firmado el 20 de noviembre de 1815 hasta 1830 entre Austria, Prusia, Rusia e Inglaterra, ampliada a los efectos de evitar nuevas guerras, en cuyo sexto artículo promovía la celebración de conferencias para llegar a acuerdos sobre los asuntos europeos
[6] Entre la seguidilla de tratados, Versalles es la principal, que implicó el desmembramiento territorial de Alemania y la imposición de resarcimiento de 33 mil millones de dólares, y el desarme casi total de su ejército y de Austria, la formación de Polonia, Checoslovaquia, Yugoslavia y Hungría.
[7] Tratado internacional, celebrado el 27 de agosto de 1928 en París, promovidos por Francia-EEUU, más 78 naciones adheridas.
[8] “… se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas”.
[9]“Son las naciones que durante la segunda guerra mundial hayan sido enemigas de cualquiera de los signatarios”, tienen que conducirse conforme los principios de la Carta (art. 2, inc. 6. Carta).
[10]Establecimiento, mantenimiento, imposición y consolidación. Recuperado de http://www.internationalpeaceandconflict.org/profiles/blogs/peacemaking-peacekeeping-peacebuilding-and-peace-enforcement-in#.VlD1xf94vIU
[11] Resolución N° 1.386 del 20 de diciembre de 2001 del Consejo de Seguridad. Recuperado de http://www.acnur.org/t3/fileadmin/scripts/doc.php?file=t3/fileadmin/Documentos/BDL/2004/2702
[12] Se conduce con 13 mil soldados a diferencia de 64,500 militares de la ISAF provenientes de 42 países.
[13] En función de los acuerdos de paz del 2 de noviembre de 1993, estaban presentes en la república separatista fuerzas de paz de Rusia.
[14]Examen de las disposiciones del Capítulo VII de la Carta. New York: ONU. Recuperado de http://www.un.org/es/sc/repertoire/89_92/89-92_11.pdf
[15] Es decir, el Consejo de Seguridad ejerce todos los poderes y competencias que le han sido delegadas y no pudiendo intervenir en los asuntos que son esencialmente de la jurisdicción interna de los Estados.
[16] La contrarrevolución feudal, es la minoría que intenta restaurar el viejo orden con la ayuda del imperialismo norteamericano y la hegemonía china, la extrema pobreza, miseria y la ignorancia del pueblo afgano venía a ser aliado de la contrarrevolución, por eso el gobierno de Taraki desde un inicio buscó eliminar el alfabetismo con ayuda soviética.
[17]Declaration of the CC CPSU to the Party leadership concerning the Situation in Afghanistan. Recuperado de http://digitalarchive.wilsoncenter.org/document/111554
[18] Nacido en Kabul en 1935, de profesión economista. Miembro fundador del PDPA, perteneciente a la facción política Parchan, lo que le permitió ser condenado a pena de muerte por el Gobierno del Khalq de Amín. Fue liberado con la llegada al poder de Babrak Karmal.
[19] Moscú desmiente combates en las afueras de Kabul entre el Ejército afgano y tropas soviéticas. Recuperado de http://elpais.com/diario/1980/01/19/internacional/317084403_850215.html
[20] Verse el capítulo II, punto 3.
[21] Véase el capítulo II, parte 2, sobre “El corto periodo –Aliado de Estados Unidos”
[22]The Oily Americans. Recuperado de http://content.time.com/time/magazine/article/0,9171,450997-92,00.html
[23]Afganistán: La lucha por el petróleo: La CIA y los talibanes. Recuperado de http://www.globalresearch.ca/articles/TAL112A.html
[24] Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética 1982-1984, y embajador en Hungría 1956. Fue un personaje de élite, decente, él no tenía bienes propios, odiaba la adulación, los honores y las condecoraciones. Esto resultaba muy importante en 1982, cuando la cúpula del poder había perdido confianza, es decir la corrupción se había extendido en el aparato estatal.
[25] Ministro de RREE de Ecuador y enviado especial de la ONU cuando el personal diplomático estadounidense en Teherán fue tomado como rehén y mediador en la guerra entre Irak e Irán, y para los asuntos de Afganistán
[26]Paul Richter. (2001). El mortífero misil portátil Stinger se vuelve contra el Ejército de EE UU. Washington. La efectividad del Misil se debe a su de fácil maniobrabilidad, se lanzaba desde el hombro y guiado por un sensor infrarrojo guiado por el calor, viajando a una velocidad doble del sonido impactaba al blanco; logrando en tres meses iniciales derribar unos 90 aviones. Recuperado de http://elpais.com/diario/2001/10/07/internacional/1002405606_850215.html
[27] El acuerdo sobre Afganistán que hoy se firma en Ginebra garantiza la retirada soviética. Recuperado de http://elpais.com/diario/1988/04/14/internacional/576972010_850215.html
[28] Misión UNGOMAP desplegada desde mayo de 1988 hasta marzo de 1990. A fin de verificar el cumplimiento del Acuerdo de Ginebra, participaron 50 observadores conducidos por el diplomático Diego Cordovéz y la UNOCA se hizo de imposible cumplimiento por la continuidad de la guerra.
[29]Consejo de Seguridad – ONU. Sesión 2185, del 5 de enero de 1980. P, 4. : considerando 32. Recuperado de http://repository.un.org/bitstream/handle/11176/67464/S_PV.2185-ES.pdf?sequence=16&isAllowed=y